
Tips para evitar la caída del cabello propia del cambio de estación
El paso del verano al otoño puede acompañarse de un aumento temporal de la caída capilar. Este fenómeno, conocido como efluvio telógeno estacional, suele durar entre 6 y 8 semanas y se relaciona con cambios de luz, temperatura, estrés y hábitos. A continuación se reúnen pautas prácticas, basadas en cuidados del cuero cabelludo, estilo de vida y nutrición, para minimizar el impacto y favorecer un cabello más resistente.
1) Cuidar el cuero cabelludo como prioridad
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Higiene regular y suave. Lavados frecuentes (según necesidad) con champús delicados ayudan a retirar sudor, sebo y contaminación sin irritar. El mito de “lavar menos para que no caiga” carece de base: el cabello que cae al lavar ya estaba en fase de desprendimiento.
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Masaje capilar diario (2–5 minutos). Movimientos circulares con la yema de los dedos mejoran la microcirculación y la oxigenación folicular.
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Exfoliación suave 1–2 veces/mes. Fórmulas específicas o tónicos con ácidos suaves ayudan a desobstruir poros y equilibrar el microbioma del cuero cabelludo.
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Secado y calor con moderación. Reducir la temperatura del secador y limitar planchas/tenacillas previene daño térmico acumulado.
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Evitar tracciones. Recogidos muy tensos o extensiones mal ajustadas pueden favorecer la rotura y la tracción folicular.
2) Rutina cosmética orientada a fortaleza y antifrizz
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Acondicionadores y mascarillas reparadoras. Buscar activos como proteínas vegetales hidrolizadas, ceramidas o lípidos reparadores para mejorar la fibra y sellar cutícula.
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Protectores térmicos y UV. El foto-daño acumulado del verano puede aumentar la fragilidad; protección adicional reduce rotura y encrespamiento.
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Peinado consciente. Desenredado desde puntas a medios y, por último, raíces; cepillos de cerdas flexibles o peines de púas anchas en húmedo.
3) Nutrición que apoya el ciclo folicular
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Proteínas completas: favorecen la síntesis de queratina; con alimentos como huevo, lácteos y pescado.
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Hierro y ferritina: niveles bajos se asocian con efluvio telógeno; alimentos como marisco, carnes rojas magras y legumbres.
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Zinc y selenio: apoyan la síntesis proteica y la defensa antioxidante folicular; lo contienen alimentos como ostras/carne magra y nueces.
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Vitaminas del grupo B (biotina, B6, B12, folato): contribuyen al metabolismo energético y a la salud del cabello; alimentos como yema de huevo, frutos secos, lácteos, pollo y verduras verdes, son ricos en vitaminas del grupo B.
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Vitamina D: se relaciona con la regulación del ciclo folicular, y está en los siguientes alimentos: pescado azul, yema, lácteos o bebidas vegetales enriquecidas.
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Ácidos grasos omega-3: modulan la respuesta inflamatoria y la barrera del cuero cabelludo; en alimentos como sardina/caballa/salmón, chía o lino molidos y nueces.
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Antioxidantes (vitamina C, polifenoles): apoyan la síntesis de colágeno y combaten el estrés oxidativo alimentos cítricos, pimientos, frutos rojos, té verde y cacao ≥70 %.
Cuando la ingesta no cubre requerimientos o en etapas de mayor demanda, puede valorarse el uso de complementos alimenticios como apoyo, siempre dentro de hábitos saludables y sin sustituir una alimentación variada.
4) Gestión del estrés, sueño y ejercicio
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Sueño reparador (7–9 h). El descanso regula hormonas relacionadas con el ciclo capilar y reduce el impacto del estrés.
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Actividad física regular. Mejora la perfusión sanguínea del cuero cabelludo y modula el estrés.
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Técnicas de relajación. Respiración, meditación o paseos al aire libre ayudan a mitigar picos de cortisol que pueden precipitar la fase de caída.
5) Señales para consultar con un profesional
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Caída abundante que supera 6–8 semanas o que deja zonas claras visibles.
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Síntomas asociados: fatiga marcada, uñas frágiles, piel seca, pérdida de densidad en cejas o pestañas.
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Antecedentes de parto reciente, intervenciones quirúrgicas, dietas muy hipocalóricas o cambios hormonales.
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Sospecha de patologías del cuero cabelludo (descamación severa, picor persistente, dolor).
La evaluación clínica puede incluir analítica (ferritina, hierro, TSH, vitamina D, B12) y un plan personalizado.
6) Apoyo complementario Be Essential
En una rutina de apoyo al cambio de estación puede considerarse SNH de Be Essential, una fórmula diseñada para el cuidado de cabello, piel y uñas que combina silicio, vitaminas del grupo B, aminoácidos, zinc y vitamina D. Para potenciar resultados, es frecuente combinarlo con un aporte de Omega-3 dentro de un estilo de vida saludable.
7) Checklist rápido de hábitos (guardar y revisar cada semana)
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Masaje capilar 2–5 minutos al día
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Lavado suave y regular + protector térmico
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Exfoliación del cuero cabelludo 1–2 veces/mes
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Peinados sin tracción + calor moderado
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1–2 raciones diarias de proteína de calidad
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Fuentes de zinc/selenio y vegetales ricos en antioxidantes
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Omega-3 varias veces por semana (o suplementación, si procede)
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7–9 horas de sueño + manejo del estrés
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Revisión profesional si la caída supera 8 semanas o aparecen signos de alarma
La caída estacional del cabello es un proceso generalmente transitorio. La combinación de cuidados del cuero cabelludo, una rutina cosmética protectora, nutrición adecuada y manejo del estrés contribuye a acortar su duración y a mantener la densidad. El apoyo con complementos específicos, como SNH de Be Essential, puede integrarse en planes de cuidado capilar orientados a los cambios de estación.